Tras la muerte del Papa Francisco esta semana, el decano de la Facultad de Economía y Administración UC, José Miguel Sánchez, destaca su legado como un llamado urgente a poner la dignidad humana y la sostenibilidad en el centro de la economía.

“Hablar del Papa es muy grato y profundamente emotivo para mí. Tuve la suerte de verlo de cerca cuando vino a la Universidad Católica en 2018. Escuché su discurso, que fue muy inspirador para nosotros como comunidad universitaria”, recuerda el decano con emoción. 

Su vínculo con Francisco no es solo espiritual, sino también intelectual. “Laudato Si’ es mucho más que una encíclica verde: es una reflexión profunda sobre nuestra forma de habitar el planeta, de relacionarnos entre nosotros y de organizar la economía”, afirma. 

Decano, José Miguel Sánchez

Desde su mirada de economista, Sánchez valora especialmente la claridad conceptual del pontífice. “Francisco comprendía que cada acto económico, por pequeño que sea, tiene efectos en el conjunto. Eso es precisamente lo que en economía llamamos equilibrio general. Cuando un país como Estados Unidos toma una decisión arancelaria, sus consecuencias se sienten en todo el mundo. El Papa lo entendió y lo tradujo en una preocupación concreta por el impacto global de nuestras decisiones”. 

Esa visión sistémica, dice, también se explica por su formación científica. “Él era químico, y eso no es menor. Comprendía el cambio climático desde una base empírica. Su postura no era ideológica, sino fundamentada en la evidencia. Tomaba los informes del IPCC como referencia, y eso le daba una autoridad ética y científica muy sólida”. 

El decano destaca además la capacidad del Papa para abordar los problemas sociales de forma integrada. “Francisco entendía que no hay crisis aisladas. La crisis ambiental, la pobreza y la exclusión forman parte de un mismo problema. Los economistas también lo reconocemos: no se puede hablar de sostenibilidad sin enfrentar, al mismo tiempo, la desigualdad y la pobreza”. 

También valora su constante llamado ético al mundo económico. “Nos recordó que no basta con pensar bien; también hay que sentir y actuar bien. Hablaba de integrar mente, corazón y manos. Es una visión profundamente humana y desafiante: mirar al otro y actuar en consecuencia”. 

Sánchez subraya que Francisco cuestionó con firmeza las ideas dominantes sobre el rol del mercado. “Como economistas, sabemos que el mercado no lo resuelve todo. Desde el primer año de Ingeniería Comercial UC enseñamos sobre fallas de mercado, externalidades, bienes públicos. El desafío está en diseñar instituciones que garanticen derechos fundamentales más allá del mercado”. 

Y agrega: “El crecimiento económico no es un fin en sí mismo, es solo el punto de partida. Lo que importa es cómo distribuimos los frutos de ese crecimiento: cómo generamos trabajo digno, cómo superamos el asistencialismo, cómo ponemos la dignidad humana en el centro de las políticas públicas”. 

En la Universidad Católica —señala— ese mensaje ha calado hondo. “Poner a la persona humana en el centro de nuestras preocupaciones no es solo parte de nuestra identidad católica: es una forma concreta de entender la economía como una herramienta para el bien común. Y eso se enseña, tanto en las salas de clases como fuera de ellas”. 

A pocos días de su fallecimiento, José Miguel Sánchez no duda en calificar el legado económico del Papa como “una contribución invaluable al pensamiento social contemporáneo”, y como una guía que espera siga inspirando a nuevas generaciones. “El Papa Francisco entendió, mejor que nadie, que la economía, bien entendida, es una forma de amar al prójimo”.