Ha pasado ya un mes desde que falleció trágicamente Sebastián Piñera Echenique, dejando un enorme vacío en quienes tuvimos el honor de poder servir a Chile junto a él.

En estas semanas hemos podido escuchar diversas anécdotas y detalles de su faceta menos pública, que era su vida familiar. Era un amigo siempre preocupado, padre, marido y un abuelo fanático de sus nietos. Se fue gozando al máximo esta vida nueva que se le abría, después de tanta intensidad.

Hay un aspecto, sin embargo, que queda escondido ante el éxito político y empresarial, que era su vida académica y docente. Entró a Ingeniería Comercial en 1968 y se graduó el 71, obteniendo el premio Raúl Iver, como mejor alumno de la generación.

El 11 de septiembre del 73 lo encontró en sus primeros días de clases del doctorado de economía en Harvard, donde le gustaba recordar que fue un profesor quien le comentó “al chileno” que algo grave estaba pasando, y que por ello decidió volver a Chile para casarse con Cecilia -su compañera de vida-, y luego volver a sus estudios. Se graduó el año 76, siendo su tesis doctoral compuesta por 3 ensayos, referidos al mercado laboral, sueldo mínimo y el retorno a la educación en países en desarrollo.

De su estadía en Harvard contaba más sobre lo familiar y de lo notable que era tener de profesor a premios Nobel como Kenneth Arrow y recordaba anécdotas con algunos de sus compañeros de clase, como Domingo Cavallo, Laurence Kotlikoff y Uri Dadush. También, sobre la misión de generar las cuentas nacionales en Bolivia, encomendada por Richard Musgrave, en la que contaba que fue reclutando a los mejores estudiantes chilenos de otras universidades como ayudantes de investigación, y entre los cuales se contaban a quienes luego serían notables empresarios y economistas.

Fue profesor de nuestra facultad entre 1976 y 1990, enseñando especialmente “Aspectos Reales del Comercio Internacional”, curso que según él, tenía la disciplina de volver a rehacer el material todos los años, para actualizarlo a los gigantescos cambios de la época.

Era común que, en medio de alguna discusión sobre cifras, inclusive en la mitad de alguna urgencia política, se pusiera a “hacer clases” a quienes estábamos con él, y como buen profesor, había que estar atento cuando llegara la pregunta. Por cierto, era mejor decir “no sé” a ensayar una respuesta vaga.

Sebastián Piñera fue un Ingeniero Comercial de tomo y lomo, apasionado por saber, aprender y hacer, pero también de compartir. Hasta el último de sus días estaba preocupado de ello – en este caso por los dramáticos incendios en Viña- y de estudiar sobre inteligencia artificial y cambio climático.

Se sentía profundamente orgulloso de su facultad y de la Universidad Católica, que recomendaba sin titubear a quien le preguntara. Para quienes quedamos acá, creo que ahora nos toca sentirnos orgullosos de él, como el ejemplar ex alumno y profesor que fue.

Sebastián Piñera E: amó a la Patria, creyó profundamente en Dios y sirvió a la Universidad. Hasta siempre y gracias, infinitas gracias.

Jaime Bellolio

Ex Ministro Vocero de Gobierno

Director Fundación Economía y Administración Alumni UC