5 marzo, 2024
No voy a referirme a su gran inteligencia ni a su capacidad de ejecución. Está claro que fue el mejor de nuestra generación en ambos aspectos. Ahí hay mucho que aprender para las nuevas generaciones, y también los de su generación. Nos inspira su entusiasmo por seguir aportando Chile, sin echarnos a descansar. Tenemos su ejemplo desafiandonos.
Quiero ahondar en su calidad humana, tal vez no siempre comprendida pero que pude conocer en muchas ocasiones. Mencionaré tres que me parecen decidoras:
Los 33 mineros. Para Sebastián fue claro desde el momento mismo del accidente que se trataba de 33 personas, de 33 familias y de una comunidad completa que se veía muy afectada por lo ocurrido y nunca vaciló en hacer todo lo necesario para rescatarlos. Ojalá vivos, pero si habían muerto, como fuera rescatar sus cuerpos para que los deudos pudieran hacer su duelo debidamente. Pero, además, eligió el optimismo en lugar de la depresión; dio todo de sí, y exigió lo mismo a sus equipos para ese rescate. Lo demás es historia conocida y una gran hazaña. Pero sin su espíritu y su tenacidad, la hazaña no habría ocurrido.
El segundo caso fue la pandemia. Entendió rápido que esta vez sí venía una crisis sanitaria de envergadura no vista en los tiempos modernos y se volcó a buscar las mejores defensas -vacunas, respiradores, etc. Hoy hay un amplio reconocimiento de que la estrategia definida y liderada por el Presidente Piñera de Chile fue muy eficaz y exitosa en el manejo de la pandemia. ¿Por qué fue así? Porque el Presidente comprendía que se trataba de personas, y decidió hacer todo lo necesario para minimizar el sufrimiento de los chilenos. Por eso buscó con dedicación total lo que al principio nadie veía probable, como adelantar la contratación de vacunas que aún no se inventaban, o buscar por todo el mundo los respiradores para todo Chile, evitando así el drama de la última cama.
El tercer caso debería ser la muy humanitaria reconstrucción tras el terremoto del 27 F del 2010, pero me voy a permitir referirme en cambio a un caso personal. Mi hermano Jorge trabajó con el Presidente en las obras del Bicentenario y lo apreciaba mucho por su dinámica, capacidad y sentido del humor. Tuvo muchas reuniones con él para revisar las estrategias y avances de las obras. Estaban en eso, cuando a Jorge le diagnosticaron cáncer de páncreas. Yo estaba en ese momento en USA. Para allá me llamó esa noche el Presidente y me dijo que estaba muy al tanto y que Jorge recibiría todo el apoyo para tener los mejores tratamientos. Su preocupación por las personas era callada y sin aspavientos, porque pensaba de verdad en las personas. Lamentablemente el cáncer era demasiado agresivo, y mi hermano Jorge falleció. La Ministra de OOPP, Loreto Silva, quiso poner en el Parque de la Familia una placa de reconocimiento a la contribución que había hecho Jorge y organizó una íntima ceremonia para inaugurarla en medio de las obras finales del parque aún en construcción. El público era su viuda Luz Granier, mi Madre, nuestra familia, y algunos colaboradores cercanos del equipo en que había trabajado Jorge. De pronto llegó el Presidente. Le reclamó a la Ministra por qué no le había avisado. Ella lo había hecho pero no le había llegado a él la información. A última hora supo, interrumpió su agenda y partió en auto a saludar a la familia de Jorge. No llevaba ningún fotógrafo ni periodista. Era simplemente estar allí presente y testimoniar ante nuestra familia su aprecio por nuestro Jorge.
Sólo un hombre de gran calidad humana como Sebastián puede lograr una relación familiar tan rica como la que él y Cecilia lograron construir en su propia familia.
Gerardo Jofré