En una conversación familiar, cuando nuestro tercer hijo anunció que estudiaría Ingeniería Comercial, hubo algo de sorpresa por su decisión. Más allá de la falta de originalidad (tanto mi marido como yo y nuestros dos hijos mayores egresamos de la misma Facultad), sus altas habilidades con los números nos hacían pensar que elegiría algo más “ingenieril”. Al argumentar su postura usó la palabra “vocación” y afirmó que de todos nosotros, ¡él era quien la tenía más fuerte!  Al momento de usar este término, derribó una idea preconcebida en muchas personas que han pasado por la Facultad: la carrera de Ingeniería Comercial parece no estar vinculada a una vocación particular, sino más bien a una opción de descarte.

Trabajo en el mundo de las vocaciones y diariamente escucho a distintas personas argumentar por qué escogieron una carrera y cierto desarrollo de ella. No son pocas las veces que he escuchado que Comercial fue la elección por descarte, porque no tenía tan claro a qué dedicarse. Pero al entrar en los relatos de su trayectoria veo caras apasionadas contando los logros y transformaciones que han marcado sus carreras. Historias llenas de pasión, de trabajos con repercusiones en las vidas de las personas de la empresa, clientes e incluso en la de muchos chilenos.

Quizás nuestra carrera adolece de poder mirarla desde afuera, porque está tan presente en la vida cotidiana de las personas, que pareciera ser algo que cuesta darle forma y definición clara.

He sido testigo de cómo el ingreso de buenos ingenieros comerciales dentro de compañías han revertido situaciones de mala gestión, han aportado con ideas para transformar negocios, han creado nuevas soluciones que han sido exitosas y que incluso han sido capital de conocimiento que se ha exportado a otros países. Detrás de estos relatos hay satisfacción, realización, no es sólo la búsqueda de ganancias, sino es vocación por crear valor, innovar en la gestión, y sobre todo, ser un motor de cambio en la economía y la sociedad. Si pudiera ponerlo en una frase, es una profesión que enseña a liderar personas y organizaciones. Me refiero a ese impulso intrínseco que lleva a individuos a querer liderar proyectos, a gestionar equipos con eficacia y sensibilidad, y a entender el negocio no sólo como una herramienta de generación de riqueza, sino como un medio para mejorar la vida de las personas.

Tal vez nosotros mismos hemos contribuido a construir esta “caricatura” de nuestra carrera. Debiéramos aportar más con nuestro testimonio de transformación y de impacto en la vida de otros. Estudiar Ingeniería Comercial es una decisión que refleja una vocación por dejar una huella positiva en el mundo, combinando la astucia comercial con un corazón enfocado en el bienestar común. Para mi tercer hijo, que recién comienza este viaje, y para todos los jóvenes que eligen este camino, Ingeniería Comercial no es un plan B, sino una elección consciente para ser agentes de cambio en un mundo que necesita, más que nunca, de líderes que se ocupen y preocupen por el bienestar de todos.

Cecilia Besa, egresada y Managing Partner en TestaNova