Isabel Walker Gana

Nos conocimos con Sebastián Piñera siendo – como diría mi mamá- unos niños , recién salidos del colegio…fue el año 1967.

A fines de ese año, junto con nuestro compañero de curso Fabio Valdés y Maria Elena Chadwick, su prima, mi amiga y compañera de colegio; estudiamos para prepararnos para la PAA. Fue fácil hacernos amigos; los dos nos entreteníamos haciendo los facsímiles preparatorios, de esos días. Recuerdo su elevado nivel de inteligencia y que le gustaba mucho competir y hacer bromas.

Al año siguiente, los tres entramos a estudiar Economía en la PUC. A partir del semestre que podíamos elegir ramos Sebastián estudiaba bien las alternativas de ramos, cuáles tomar y con quién tomarlos; seleccionaba el máximo de ramos permitidos. Siempre me convencía que eligiera sus mismos ramos lo cual me significó un año de gran esfuerzo pero me permitió terminar la carrera de economía en cuatro años y medio.

Los primeros años estudiábamos juntos, con un pequeño grupo en el que solía estar principalmente Eduardo Moran y Pedro Pablo Diaz, nos juntábamos en mi casa, en la de Sebastián y a veces en la parcela de los Chadwick Piñera. Sebastián era muy rápido para estudiar, leía una vez las notas de los cuadernos y como para él esto era suficiente, cuando estábamos en mi casa se iba a jugar ping pong con mis hermanos y el resto seguíamos estudiando solos. Yo trataba de seguirle el ritmo, pero me era muy difícil, especialmente en matemáticas; él sacaba la relativa y yo raspando el cinco. Por esto a partir del tercer año empecé a estudiar matemáticas sola pues para mí era importante hacer ejercicios, a él le bastaba leer la materia y de la parte conceptual podía deducir las respuestas para sacar la relativa.

También tengo gratos recuerdos de nuestras tardes de bridge en mi casa y en la escuela (con Julio Menéndez, Eduardo Morán y Pedro Pablo entre otros) Una anécdota que me impresionó mucho a mí y a mis hermanos, fue cuando durante un paseo en tren desde Río Blanco a Las Cuevas (primer pueblo fronterizo argentino) Sebastian se bajó del tren en marcha y se fue corriendo al costado del tren para volver a subirse más tarde, en un tramo que el tren pasaba por un desfiladero. Mi madre casi muere de susto.

Entre los años 1981 y 1985, trabajé con él cuando fue Gerente General de Citicorp; me ofreció integrarme a su equipo. Trabajar con él marcó mi desarrollo profesional, aprendí mucho tanto en lo técnico como en su estilo de liderazgo. Era un jefe que confiaba mucho en sus equipos directos, nos daba plenas atribuciones y delegaba cien por ciento. Siempre fue respetuoso y cercano en su trato, escuchaba mis propuestas, conversábamos los temas y al ser tan creativo me ayudaba mucho dando importantes sugerencias sobre cómo mejorar el trabajo y facilitar el logro de los objetivos. A pesar de que no mantuve una relación cercana con él durante su época política, la amistad que teníamos perduró en el tiempo.

Para terminar le diría, recordando esa época de niños , que junto con Unamuno le diga a Dios:

 “Agranda la puerta Padre, que y ya no puedo entrar…la hiciste para los NIÑOS y he crecido a mi pesar Si no agrandas la puerta…achícame por piedad o vuélveme a la edad bendita donde vivir es soñar”