5 marzo, 2024
Creo que no hay chileno que no se haya conmovido con las increíbles muestras de cariño expresadas por tanta gente con motivo de la muerte del presidente Sebastián Piñera.
Es indudable que fue un hombre con dotes y talentos fuera de lo normal, que descolló en los estudios, en los negocios y en la política.
Sin embargo, durante los días posteriores a su temprana partida, no fue la admiración por sus extraordinarios logros lo que prevaleció, sino el aprecio y el agradecimiento de los chilenos. Decenas de miles de personas estuvieron en los lugares por donde pasó el cortejo, y a pesar del intenso calor, se formó una larguísima fila de personas que deseaban presentar su último homenaje.
Por ello, más que recordar sus triunfos puede ser interesante tratar de entender qué fue lo que le granjeó el cariño. Más aún teniendo en cuenta que hace sólo cuatro años atrás su popularidad se había derrumbado.
Chile vive un momento difícil. El crimen organizado nos está mostrando la peor cara de la delincuencia. La economía está estancada. Los problemas de educación, salud y vivienda dificultan la vida de los chilenos. Pero quizá lo más grave, es la fuerte desconfianza que existe respecto de las instituciones más importantes de una República: los partidos políticos, el Congreso, los Tribunales de Justicia, el Ministerio Público y el Gobierno.
Esta desconfianza se deriva de múltiples escándalos en que se observa negligencia, frivolidad, incompetencia, aprovechamiento político y robos de parte de personas que supuestamente son servidores públicos.
Me parece que el origen del cariño del que se hizo merecedor Sebastián Piñera es algo tan simple como haber puesto honestamente toda su inteligencia, su voluntad, su rigor y su capacidad de armar y dirigir equipos en servicio de lo que él creía correcto para nuestro país. En medio de tantos que usan el poder para su propio bien, o que optan por una vida placentera, él y Cecilia Morel eligieron el camino de servir.
Para muchos, lo que probablemente resulta imborrable es la pasión y la eficiencia que exhibió en momentos dramáticos: el terremoto, la pandemia, el derrumbe minero. Para otros será su lado social: la creación de empleos, la pensión universal, el postnatal de seis meses.
Para mí, su mayor legado consiste en haber tenido el coraje y templanza para buscar una salida institucional al estallido de violencia que alimentó la extrema izquierda. Y luego, en vez de mostrar rencor y odiosidad por la oposición despiadada que desplegó el grupo de personas que hoy gobierna, buscó puntos de colaboración para el bien de nuestro país.
Eso es lo que le hizo acreedor del cariño y el respeto de los chilenos. Percibieron que fue un hombre que puso a Chile primero.
Evelyn Matthei
Alcaldesa Providencia