6 septiembre, 2022
Publicada en la revista especializada “Journal of School Violence”, esta investigación de Gonzalo Muñoz se basó en datos de encuestas a más de 500 estudiantes desde séptimo a segundo medio, concluyendo que tanto víctimas como victimarios de conductas abusivas, dañan fuertemente el vínculo con el proceso de aprendizaje.
Con el regreso a la presencialidad, las comunidades escolares han debido lidiar, no sólo con los cuidados sanitarios que impuso el COVID-19, sino que también con un explosivo aumento en casos de violencia escolar.
De acuerdo a la Superintendencia de Educación, las denuncias por maltrato físico y psicológico entre estudiantes han aumentado un 22% en comparación con años previos a la pandemia.
En este contexto, el profesor asociado de la Escuela de Administración UC y PhD en Psicología Organizacional de Texas A&M University, Gonzalo Muñoz, exploró cómo el bullying afecta el compromiso de los estudiantes en factores como notas o confianza en la comunidad escolar.
El trabajo titulado «Bullying Behavior and School Bonding for Predicting Student Engagement Among Chilean Adolescents» se publicó en la revista especializada “Journal of School Violence” y fue coescrito junto a los investigadores de la Universidad del Desarrollo, Jorge Varela y Roberto Melipillán, además de la investigadora Amy Reschly, perteneciente a University of Georgia.
El éxito del proceso de aprendizaje depende, entre otras cosas, de las ganas de aprender de los estudiantes y de la calidad de los vínculos afectivos que se forman en el contexto educativo. El concepto de engagement involucra ambos aspectos, un componente cognitivo y un componente afectivo o emocional. La pregunta que queríamos abordar en este estudio era en qué medida las experiencias de bullying afectan el engagement académico y, simultáneamente, si el vínculo de los estudiantes con el colegio—más allá de las relaciones con sus pares—puede funcionar como un factor protector frente a estas experiencias negativas.
A diferencia de otros estudios que exploran esta temática en base a encuestas que recogen datos en un momento en el tiempo, para este estudio se levantaron datos con un intervalo de tiempo de un año. Así, en la primera ola se recogieron datos sobre las experiencias de bullying y sobre el vínculo con el colegio. Mientras en una segunda ola, se determinó el nivel de engagement de los estudiantes, tanto cognitivo como emocional. En total se encuestaron más de 500 estudiantes de escuelas públicas, particular-subvencionadas y privadas entre séptimo y segundo medio.
Encontramos que el engagement académico está determinado por el tipo de experiencias de bullying. Los perpetradores son los que muestran menor engagement cognitivo, es decir, participan menos en clases, suelen no hacer preguntas en clases y no muestran interés por profundizar en los contenidos. Las víctimas de bullying, en cambio, tienen una visión más negativa sobre la relación con sus pares y profesores y sienten que hay menos apoyo de la familia en relación con su proceso educativo. Mi interpretación respecto de este último hallazgo es que ser víctima de bullying va desencantando a los adolescentes con la educación. Y este desencanto se va transformando paulatinamente en sentimientos de soledad o derechamente de abandono por parte de la comunidad escolar.
Este estudio nos alerta sobre el efecto nocivo y relativamente persistente de las experiencias de bullying sobre la motivación por el aprendizaje, y sugiere que además de monitorear la calidad de la docencia, es importante considerar el contexto social en que ocurre el aprendizaje. En este sentido, pienso que erradicar la violencia en los colegios debiese tener un rol protagónico en la discusión sobre la calidad de la educación.
En contextos organizacionales, el rol del contexto social en que se produce el aprendizaje también es clave. En el caso de la seguridad industrial, por ejemplo, la presión que ejercen los pares determina en buena medida si una persona usará o no el equipo de seguridad, si seguirá o no un determinado protocolo. El valor que la gerencia le asigna al aprendizaje es clave para predecir el éxito o fracaso de un programa. Es decir, no es el individuo, sino que las actitudes, preferencias, y comportamientos de los otros lo que determina, al menos en parte, si voy o no a aplicar lo que he aprendido. Este es uno de los temas que tratamos en el OPR “Aprendizaje en Organizaciones” para estudiantes de último año.